ESPÍRITUS Y RELIGIÓN
Las antiguas religiones
Tendemos a considerar la Revolución Neolítica como algo que sucedió en un breve plazo de tiempo a semejanza de otras Revoluciones como la Industrial y así fue en términos históricos pero en realidad tardó algo así como mil años en producirse e incluso algunos pueblos del planeta no la han experimentado aún hoy como los mashco piro. En el Neolítico se descubre la agricultura y la ganadería pero también otras actividades igualmente significativas como la alfarería y la metalurgia.
Aunque sea habitual asimilar la división del trabajo y la propiedad privada al Neolítico no parece que tal cosa sea cierta dado que en la primitiva sociedad de cazadores-recolectores ya había una división del trabajo: los hombres iban de caza y las mujeres cuidaban de los niños y aunque los recursos eran comunitarios, las armas y el vestido o los adornos eran claramente de propiedad privada y, por tanto, se enterraban con el cuerpo del difunto. Sin embargo si aparecen las clases sociales dado que las herramientas metálicas son de propiedad privada (el herrero debe intercambiar sus productos por otros para poder subsistir) y aquella persona o aquel pueblo que se pueden dotar de instrumentos y armas más resistentes que sus vecinos obtiene automáticamente una posición de superioridad sobre los mismos. Es consecuencia natural que utilicen esas armas para sojuzgar otros pueblos, expropiando sus recursos naturales y convirtiendo en esclavos a sus habitantes.
La situación así planteada da lugar a la ley del más fuerte, lo que no puede ser asumido por el Rey de ese pueblo pues permitiría que alguien llegara a adquirir la fuerza suficiente para ocupar su lugar y tenemos pruebas suficientes de esto en la Historia. Para poner orden en la sociedad se estableció la Ley de Talión de la que no tenemos constancia escrita. No obstante si conocemos otros códigos de conducta posteriores que están basados en la misma como, por ejemplo, el Código de Ur-Nammu, que es la Ley más antigua que conocemos (2100 A.C.) o el más conocido Código de Hammurabi. También la Biblia, y más concretamente, el Deuteronomio está basada en la Ley de Talión. Si tuviéramos que reducir su contenido a una frase podríamos asegurar que trataban de garantizar todas ellas la propiedad privada y el respeto a los demás bajo la divisa de 'no hagas a los demás lo que no quieras que ellos te hagan a ti'. De todas ellas se desprende que el Rey y sus más fervientes servidores como el General de los ejércitos, el Visir o Primer Ministro y el Sumo Sacerdote se rigen por otras leyes superiores. Y también tienen en común que atribuyen a un 'Dios' la promulgación de las mismas y su entrega en persona a su Caudillo o Rey. Es evidente que al ser la deidad la responsable final de la redacción de las leyes la adoración por parte de todos los súbditos a dicha deidad se convierta en la garantía de que las leyes sean cumplidas.
Los actos de violencia necesarios para mantener unida la sociedad bajo la autoridad real pasan así a convertirse en castigo divino que es capaz de calmar la furia de los dioses y es posible justificarlos mediante el miedo reverencial o adoración irracional del hombre en relación a las fuerzas de la naturaleza. Un estudio completo sobre de 22 páginas sobre este tema es la obra del Dr. ISRAEL DRAPKIN S. titulada Los «Códigos» pre-hamurabicos.
Debemos contemplar la situación social de acuerdo a sus verdaderos parámetros y no con los actuales. El 'Rey' era una persona que tenía el poder físico y místico suficiente para imponer su voluntad a otras personas que pasaban a ser sus súbditos solamente en virtud de dicho poder que les obligaba a cederle una parte significativa de sus productos a cambio de que les dejara vivir y seguir trabajando. El territorio en el que lograba imponer su autoridad y recaudar sus impuestos se denominaba 'Reino' y sus límites variaban a través del tiempo. Este sistema de gobierno basado en la concepción de propiedad privada para el Rey del territorio y sus habitantes se mantuvo hasta 1688 cuando la ' Revolución Gloriosa' derrocó en Gran Bretaña a Jacobo II estableciendo el moderno sistema de monarquía parlamentaria.
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