lunes, 18 de agosto de 2014

El alma

Espíritus y Religión

ESPÍRITUS Y RELIGION

El Alma



¿De qué constamos? De alma y cuerpo. ¿Cuál de ellos es mejor? Sin duda, el alma. ¿Qué alabamos en el cuerpo? No veo otra cosa que la hermosura. Y ¿qué es la hermosura del cuerpo? Proporción de partes, con cierta suavidad de color. ¿Dónde es mejor y auténtica esa forma de la hermosura, y dónde es falsa? ¿Quién duda de que es mejor allí donde es auténtica? ¿Y dónde es auténtica? Sin duda en el alma. Por consiguiente, hay que amar más al alma que al cuerpo.
(Cartas de San Agustín. Carta 3 Agustín a Nebridio).



Aunque el debate continúa abierto, los neurólogos tienden a considerar que lo que se llama "Alma" no es más que una función cerebral. Eduard Punset lo trata con detalle en su libro "El alma está en el cerebro". Sin embargo hasta ahora mismo se daba por supuesto que el ser humano está compuesto por cuerpo y alma.

Desde el principio de los tiempos el hombre ha sido consciente de ser diferente del resto de los seres vivos: su dominio del fuego, su destreza para la fabricación de herramientas, su capacidad artística para pintar y esculpir animales, su respeto a los muertos, etcétera, así se lo indicaban. Algunas de sus representaciones alcanzan una antigüedad superior a los 35.000 años. Nuestros ancestros trataron de explicar las causas de esta diferencia introduciendo el concepto del alma. Era ésta la que nos diferenciaba del resto de los animales y, al no poder explicarla de otra forma, establecieron que el alma es inmaterial e inmortal y es la conexión del hombre con Dios porque es la parte que compartimos con Él. De hecho cuando una persona fallece decimos que ha ido a reunirse con su Creador.

Aunque nos son más conocidas las ideas procedentes de la cultura greco-latina, influida a su vez por la judeo-cristina, la existencia del alma y su inmortalidad es algo presente en todas las religiones del mundo, como la maya, la del pueblo sioux, la hinduista (reflejada en el Bhagavad-Gita 2:12). Hubo diversos intentos de definir el concepto como, por ejemplo, los de Demócrito, que la habría definido como un elemento caliente o cierto tipo de fuego, Anaxágoras que la identifica con el intelecto, Alcmeón, que opina que es inmortal en virtud de su semejanza con los seres inmortales, o los más conocidos de Pitágoras y Platón, pero, finalmente, es Aristóteles quien en su obra "Acerca del alma" realiza su estudio desde una perspectiva naturalista. Su conclusión, que sigue vigente hasta nuestros días, es que "el ser animado es un conjunto de cuerpo y alma en la que las dos partes del ser se necesitan mutuamente. Mientras que el cuerpo es la materia, el alma es su esencia",

Otros autores, como Averroes, ,Santo Tomás de Aquino, o René Descartes, por poner solo unos pocos ejemplos, han debatido sobre la mortalidad y otras características del alma. Finalmente, el consenso general determina que el alma es inmaterial e inmortal y es la conexión del hombre con Dios porque es la parte que compartimos con El. Cuando la persona fenece es el cuerpo quien muere, el alma sigue uno de los dos caminos posibles: vuelve a la divinidad de donde procede o se queda en la tierra (bien sea en sucesivas reencarnaciones o bien sea considerada ésta como el infierno). De tal forma que aquellas personas que han seguido los mandamientos del Creador son reputadas como Santos actualmente y como dioses en otras épocas. Incluso hoy la religión sintoista ofrece culto a sus ancestros como divinidades.

Así el término "hijo de dios" es un título que concede a su portador la justificación para ocupar el lugar de su padre. En el Imperio Romano era común la costumbre de divinizar a sus fallecidos emperadores, tal y como nos los cuenta Suetonio en su obra "Los doce Césares".

La divinización de los gobernantes no era otra cosa que reconocer que en ellos había residido la "esencia divina", es decir que habían sido buenos para su pueblo. Y la costumbre de hacerlo así es ciertamente antigua ya que los faraones del Antiguo Egipto manifestaban que su poder procedía de ser de Ra, o de Ra-Amon en el Imperio Medio. De hecho, los textos escritos más antiguos que poseemos (las tablillas sumerias) ya nos hablan de la divinización del Sargón I de Acad.

En conclusión: la expresión "hijo de dios" no debe ser considerada como equivalente a "Hijo del Creador", sino como el título que justificaba a su portador para ocupar el puesto del dios al que se refiere y que aquél declara que es su padre natural o adoptivo.

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