- EL SER HUMANO
El
hombre pertenece al reino animal y, por tanto, tiene instintos que comparte con
el resto de los animales.
Además,
está dotado de razón y voluntad libre. La razón le permite conocer en forma
abstracta por medio de las ideas. Interrelacionando las ideas forma juicios e
interrelacionando éstos construye raciocinios. La razón dirige su actuar por
medio del análisis de los motivos que lo impulsan a actuar y su voluntad libre
le permite escoger.
Además
es un ente social (“animal político” le definía Aristóteles en el sentido de
polis o ciudad). Forma grupos de diferente índole para perfeccionar su
personalidad y lograr sus fines. Sabe que es imposible existir fuera de esa
sociedad. No obstante, la tendencia humana es a sobrevivir y no a convivir,
aunque es capaz de compartir.
Decimos
que el hombre (el ser humano) es ante todo y sobre todo un animal porque
comparte con todo el reino animal las facultades vegetativas y sensitivas lo
cual conlleva, por un lado, el deseo de satisfacer ciertas necesidades,
especialmente las nutritivas y sexuales que conducen a la salvaguarda de la
existencia y a la reproducción. De otro lado el hombre se diferencia del resto
de los animales por poseer el uso de la razón. Además está dotado de una
conciencia de sí mismo y de la muerte que le permite ser más consciente, y
también posee un lenguaje, en contraposición al término “voz” de la que sí
disponen los animales, para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así
como lo justo y lo injusto y que es reflejo del pensamiento, que no es otra
cosa que el discurrir y, a su vez, consecuencia de la capacidad de abstracción.
Aunque algunos animales han llegado a desarrollar el pensamiento simbólico
(caso de los grandes simios) todavía no se ha logrado que un animal lo
desarrolle hasta el nivel de poder conversar de verdad sobre distintos temas
con un humano.
El
hombre se comporta según sus experiencias, evitando lo que le es indeseable. El
lenguaje es el instrumento que le permite transmitir y recibir la verdad de los
demás. Por tanto la palabra es la base de la razón, que permite al hombre
decidir lo que le conviene según su experiencia y lo que no le conviene.
Establece
alianzas con otros congéneres sin perder por ello su independencia, al
contrario que los insectos sociales que pierden su individualidad en beneficio
de la colmena. Pero no es en absoluto un ser altruista sino un ser egoísta que
busca defender en primer lugar sus
intereses y solamente después el interés del grupo.
El
comportamiento humano está influenciado por el psiquismo que está formado por
el YO (el consciente, representa el principio de la realidad, la razón y el
sentido común), el ELLO (el inconsciente, gobernado por el principio del placer
y los instintos) y el SUPER-YO (que está formado por representaciones de
figuras importantes en la niñez, normalmente la familia y los progenitores o
personas que hayan educado a los niños. Representa los códigos de bien y mal,
lo correcto y lo incorrecto y estos códigos de regular la conducta y el pensamiento
se originan en el pasado de la persona y pueden entrar en contradicción con los
valores propios del adulto en el presente y generar sentimientos de culpa).
Por
todo lo anterior, los hombres han desarrollado unas normas éticas que definen
lo bueno, malo, correcto o incorrecto de cualquier acción, decisión o las
intenciones de quien actúa o decide algo. Este conjunto de normas éticas o
morales se han codificado en forma de leyes
y se transmiten de generación en generación.
No es
de extrañar que Sócrates opinara que lo importante no es vivir, sino vivir
conforme a las reglas de rectitud moral y de la justicia basándose en tres
puntos de partida:
- El deber del hombre y el empleo más propio de sus facultades es investigar el bien y conformar su conducta con este bien moral una vez conocido.
- La prudencia, la justicia, la moderación y la fortaleza son las cuatro virtudes principales y necesarias para la perfección moral del hombre.
- La justicia entraña la idea y el cumplimiento de nuestros deberes para con los demás, siendo parte principal de estos deberes la obediencia de las leyes humanas o positivas y a la ley natural, anterior y superior a aquellas.
En
1943, Abraham Maslow publicó su obra “Una teoría sobre la motivación humana”,
que se considera la base de nuestro
conocimiento actual sobre el comportamiento humano, y viene a cuento porque
reflejó de forma gráfica el hecho de que al ser humano le surgen nuevas
necesidades a medida que va satisfaciendo las anteriores. Este gráfico se
denomina justamente “La Pirámide de Maslow” y se estudia en todas las escuelas de
negocios del mundo, además de en todas las Universidades (por supuesto). Una de
sus representaciones es la siguiente (tomada de Wikipedia):
Dicho
en palabras, los escalones representan lo siguiente:
Autorrealización: El escalón más alto,
relacionado con la satisfacción personal y cumplir los sueños.
Reconocimiento: Sensación de éxito, ego, autoestima o
cierto reconocimiento en la sociedad.
Social: El refuerzo del sentimiento de cada persona
que le hace saberse incluido en un grupo social. Actividades en grupo,
relaciones personales y amistades, entran en esta categoría.
Seguridad: Estabilidad de todo lo que le rodea.
Seguridad física, económica o incluso política; es la sensación de controlar en
cierta medida el futuro.
Fisiología o necesidades básicas: Alimentación, salud o incluso
el sexo entran en esta categoría. Estas necesidades son comparables a las que
puede necesitar cualquier ser vivo para continuar su existencia.
Y es
afortunada la representación en forma de pirámide porque se supone que mientras
no estén cubiertas las necesidades del escalón en que nos encontremos no
podremos subir al siguiente escalón.
La
conducta de las personas está condicionada por los estímulos recibidos ante
cualquier actividad realizada: el resultado de la acción puede ser
gratificante, negativo o neutro, lo que motivará su reacción en situaciones
futuras.
El ser
humano tiene, pues, una ventaja significativa sobre el resto de los animales y
es su capacidad para transmitir sus conocimientos a sus semejantes y no
depender exclusivamente de sus experiencias personales. Pero, curiosamente,
éste ha resultado ser también su mayor debilidad porque es lo que permite la
manipulación de su conducta. De hecho esta manipulación comienza en la infancia
con estímulos positivos (si haces esto te regalo un caramelo) o negativos (si
haces aquello te doy un cachete) que son reforzados en la edad escolar (si
apruebas te llevo a Disneylandia y si suspendes te tienes que quedar en casa de
tus abuelos para repasar las asignaturas) y así permanentemente a lo largo de
la vida, creando, como ya hemos visto al hablar del SUPER-YO, una impronta que
se supone que ha de seguir el individuo toda su vida y que se reduce a que hay
que confiar plenamente en lo que nos digan aquellos que son mayores en edad,
conocimientos o liderazgo y que nos lleva, por ejemplo, a cumplir las señales
de tráfico sin cuestionarnos su utilidad.
Este
poder de manipulación de la conducta en base al liderazgo es ampliamente
utilizado por líderes políticos o religiosos con el único propósito de
satisfacer y complacer sus propias necesidades a costa de las de los demás. De
esta forma se posicionan en un lugar de poder, apoyándose con amenazas directas
o indirectas de castigo para lograr manejar a los demás. Finalmente terminan
haciendo que los demás cedan ante sus exigencias. El esquema que siguen es
siempre el mismo:
Exponiendo
razones solidarias, nos someten a estímulos negativos (e indeseables) del
tipo:” el partido en el gobierno nos lleva a la ruina” o bien “si seguís por
este camino iréis al infierno” para a continuación ofrecernos las consecuencias
positivas (y deseables) que obtendremos si decidimos apoyarles para que nos
representen: “si me votáis viviréis mejor” o “si colaboras con nuestra Iglesia,
bien con tu trabajo o con tu dinero, irás al Paraíso”.
La
defensa contra este tipo de personas pasa por dos fases bien diferenciadas:
- Desconfiar cuando alguien con el que no tenemos una estrecha relación personal se ofrece para facilitarnos la vida. Recordemos que el ser humano es, por norma, egoísta y las actitudes altruistas se ven en muy escasas personas.
- Si pasan el anterior filtro hay que cuantificar lo que se espera de esa persona: qué nos ofrece y en qué plazo lo logrará y llevar un control permanente sobre el cumplimiento de su oferta para poder retirarles la confianza en caso de que sospechemos ser víctimas de una manipulación.
Esta
misma técnica es la empleada en la publicidad. Pongamos dos ejemplos de
publicidad:
- Una azafata se estira para colocar un paquete en el maletero del avión y se le rasga la camisa. El mensaje negativo es: con tu detergente corres el riesgo de aparecer en público con la ropa rota. Reacción esperada: para ir segura por la vida lava tu colada con nuestro detergente.
- Un jovencito se rocía con un determinado perfume. A continuación, como por arte de magia, se le ve poseedor de un automóvil descapotable, se le abre lo que se supone es la cámara acorazada de un Banco y se le ofrece una chica preciosa. El mensaje negativo está implícito en la vida diaria de los hombres (en este caso va dirigido a los jóvenes): estás solo y sin dinero. Reacción esperada: usa nuestro perfume y verás colmados tus aspiraciones de nivel social y de relaciones personales.
Un
ejemplo de la manipulación que la sociedad ejerce sobre las personas es el
deseo de riquezas. Es obvio que ser rico no es lo contrario de ser pobre. Ser
pobre es no tener el dinero suficiente para cubrir las necesidades básicas y su
contrario sería tener esa cantidad de dinero mientras que ser rico es tener
mucho más dinero del que se necesita. Pues el sistema llamado capitalista o
consumista nos somete a estímulos del siguiente tenor:
Tener
más dinero nos ofrece mejor calidad de vida y mejor calidad de vida nos ofrece
más felicidad, luego tener mucho dinero nos ofrece mucha felicidad. En
consecuencia los hombres dedican horas interminables de duro trabajo en
conseguir un dinero que acabarán gastando en cosas superfluas que la publicidad
les ha hecho creer que son necesarias.
En
realidad, como hemos visto, es que las necesidades del hombre se limitan a
cubrir y asegurar sus necesidades de alimentación, refugio, reproducción y
pertenencia a un grupo determinado. El resto son necesidades que nos impone el
sistema social por medio de la manipulación de la conducta.
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