XII. LA POLÍTICA ECONÓMICA
Segunda Parte
EL LIBERALISMO
La obra
de Carlos Marx, “El Capital” (tres tomos, el primero de 513 páginas, el segundo
con 439 y el tercero con 540 páginas), es ciertamente dura de leer y difícil de
entender para un profano a causa de su continua mención a estadísticas de las
empresas alemanas e inglesas de su época así como su exceso de notas a pie de
página. Pero la obra de Mises (Teoría del dinero y el crédito) pese a tener
solo 490 páginas por su estilo de redacción, en ocasiones un tanto pedante, del
tipo “Un escritor identifica la teoría metalista con el Currency Principle, y
llama teoría cartal a una variedad del antiguo Banking Principle.”, es aún más
difícil de entender, cosa curiosa porque su objetivo era desarrollar la teoría
del valor del dinero desarrollada por Carl Menger (fundador de la llamada
Escuela Austriaca de Economía) en su obra “Principios de Economía Pública” de
tan solo 255 páginas.
Por
este motivo, se suele mencionar como origen del liberalismo a Friedrich Hayek y
como obras de referencia “Beneficios, interés e inversión” y “Teoría pura del
capital” en las que desarrolla de una forma más amena las teorías de Mises.
(personalmente prefiero “Camino de servidumbre” de 291 páginas)
Su
principio recurrente es que el individuo es anterior a la comunidad, que es
creación suya, por lo que si los fines de ésta fueran superiores a los de los
individuos, entonces solo los individuos que trabajen para esos mismos fines
comunitarios podrán ser considerados como miembros de la comunidad. Su valor se
derivará de esta membrecía y no de su calidad de ser humano. La expresión “el
fin justifica los medios” es un principio que, en la ética individualista,
significa la negación de la moral pero que en la ética colectivista representa
la ley suprema. En su opinión el principio fundamental del liberalismo es “que para el ordenamiento de nuestros
asuntos debemos hacer tanto uso como sea posible de las fuerzas espontaneas de
la sociedad, y recurrir tan poco como sea posible a la coerción, es capaz de
infinitas variaciones”. Y empieza negando la mayor:
“La supuesta causa tecnológica del
crecimiento de los monopolios es la superioridad de la empresa grande sobre la
pequeña, debido a la superior eficiencia de los métodos modernos de producción
en masa. Sin embargo, la superioridad de la gran empresa no ha sido demostrada
nunca. Frecuentemente, los monopolios son producto de otros factores como los
acuerdos secretos o una deliberada política gubernamental. No constituyen ninguna
tendencia "necesaria" del capitalismo. Si así fuera, hubieran
aparecido primero en los países de capitalismo más desarrollado. Pero no fue
así.”
“El pensamiento liberal no es defensor de
ningún status quo. Considera sencillamente que la mejor manera de coordinar los
esfuerzos humanos es mediante la competencia. Pero para que la competencia
pueda funcionar exitosamente hay que crear un marco legal bien reflexionado. La competencia es el único
método mediante el que podemos coordinar nuestras actividades sin la intervención
arbitraria de alguna autoridad. Por supuesto, el mantenimiento de la
competencia es perfectamente compatible con la prohibición de usar substancias
tóxicas, la limitación de las horas de trabajo o la exigencia de ciertas condiciones
sanitarias. En ese sentido, el único problema es determinar si las ventajas que
se consiguen son mayores que los costos sociales que imponen.
Obviamente, el funcionamiento de la
competencia requiere, y depende, de condiciones que nunca pueden ser totalmente
garantizadas por la empresa privada. La intervención estatal siempre es
necesaria pero la planificación y la competencia sólo pueden combinarse cuando
se planifica para la competencia, no en contra de ella.”
Las
ideas liberales llevadas al extremo exigen, como hemos visto, que la
intervención del Estado en los asuntos económicos tenga un efecto neutro sobre
los mismos sin beneficiar a ninguno de los intervinientes y dejando que sea el
mercado quien fije las condiciones y los precios. Por tanto, y en primer lugar,
no debería fijar los tipos de interés ya que éstos representan una importante
información sobre la conveniencia o no de cualquier inversión empresarial y la
remuneración de ésta debe estar ligada a los riesgos de la misma. Si
beneficiamos al comprador o al vendedor mediante la fijación de los tipos de
interés estaremos falseando la información ofrecida por el mercado y generando
nuevas burbujas financieras que acabarán explotando en forma de crisis.
Es una
teoría acorde con la filosofía judeo-cristiana por lo que se adapta
perfectamente a nuestro planteamiento cultural.
No
obstante, dejando aparte la dificultad en conseguir un mercado verdaderamente
libre de las influencias de los monopolios, tiene un punto débil en su
concepción del dinero: para los teóricos liberales el dinero es sencillamente
algo que sirve para cambiar por productos, e incluso para invertir, pero no lo
consideran en sí como un producto que puede ser almacenado y su volumen
controlado por las fuerzas dominantes de la sociedad, de forma que cuando
consideren el riesgo en invertir demasiado elevado (puede ser porque prevean
una deflación), el dinero abandona sencillamente el mercado dando lugar a una
crisis económica que no necesariamente debe estar originada por una información
errónea.
Más que
una teoría económica, el Liberalismo aspira a construir un determinado tipo de
sociedad (lo que, por otra parte, también desea el marxismo).
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